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Julia Donaldson: Abrir un libro
Abrí un libro y de una zancada me metí en él.
Ahora nadie puede encontrarme.
Dejé mi silla, mi casa, mi calle,
mi ciudad y mi mundo
tras de mí.
Llevo la capa, me he puesto el anillo,
he tomado la poción mágica.
He luchado con un dragón, cenado con un rey,
y nadado en un océano sin fondo.
Abrí un libro e hice algunos amigos.
Compartí sus lágrimas y su risa
y seguí sus caminos con sus baches y curvas
hasta que vivieron felices para siempre
Terminé el libro y salí de él.
La capa ya no puede esconderme.
Mi silla y mi casa son exactamente las mismas,
pero yo tengo un libro dentro de mí.
………………………………..
Fotografía vía http://awelltraveledwoman.com/
Traducción Ana Zarabozo
Adrienne Rich: Arden papeles en vez de niños
Mi vecino, un científico coleccionista de arte, me llama por teléfono en
un estado de violenta emoción. Me dice que mi hijo y el suyo, de once y
doce años, han quemado el último día de clase un libro de matemáticas en
patio trasero. Le ha prohibido a mi hijo ir a su casa durante una semana,
le ha prohibido al suyo salir durante ese tiempo. «Quemar un libro
dice- me produce sensaciones terribles, recuerdos de Hitler; hay pocas
cosas que me disgusten más que la idea de quemar un libro».
Allí otra vez: la biblioteca, amurallada
con Britannicas verdes
Buscando otra vez
en las Obras Completas de Dürer
MELANCOLÍA, la mujer desconcertada
los cocodrilos de Herodoto
el Libro de los Muertos
el Juicio de Jeanne d’Arc, tan azul
Es su color, pienso
y se llevan el libro
porque sueño con ella con demasiada frecuencia
amor y miedo en una casa
conocimiento del opresor
sé que duele quemar
Nikki Giovanni. Mi primer recuerdo (de los bibliotecarios)
Mi primer recuerdo (de los bibliotecarios)
Este es mi primer recuerdo:
Una gran habitación con pesadas mesas de madera sobre un suelo de madera que crujía
una hilera de persianas verdes, las luces y las sombras bajo las pesadas sillas de roble centenario
que eran demasiado altas
para que yo pudiera sentarme a leer.
-o quizá simplemente yo era demasiado bajo-.
Sea como fuera, recuerdo siempre que mi primer libro fue grande.
En el vestíbulo, sobre cuatro escalones, un mostrador semicircular presidía la sala,
a la izquierda, el catálogo de fichas,
a la derecha, los periódicos sobre lo que parecía un estante acolchado,
las portadas de las revistas expuestas de frente.
la sonrisa de bienvenida de mi bibliotecaria
la anticipación en mi corazón
de todos esos libros, otro mundo,
simplemente esperando
en las yemas de mis dedos.
Herman Hess
Todos los libros del mundo
no te dan felicidad
pero te conducen en secreto
hacia ti mismo.
Allí encuentras todo lo que necesitas,
el sol, las estrellas y la luna
pues la luz que tú buscas
habita en ti mismo.
La sabiduría que buscaste
en las librerías
reluce en cada página…
Y ahora es tuya.
HERMAN HESS
(Alemania, 1877-1962)
Federico García Lorca
¡Qué pena de los libros
que nos llenan las manos
de rosas y de estrellas
y lentamente pasan!
23 de abril, Día del Libro