Juan Pablo Zapater: Tazas vacías
Un día te despiertas y de pronto
escuchas menos vida respirando
el aire de tu casa.
Abandonas la cama somnoliento
y en el cuarto de baño, todavía
en semioscuridad, pasas por alto
el hueco de aquel frasco de colonia,
de ese peine de concha con las púas
perfectas y suaves, y en un vaso
el vacío que dejan con su ausencia
dos cepillos dentales de colores.
Y al ir a preparar el desayuno
dispones cuatro tazas de la mesa
sin pensar que de ahora en adelante
un par de ellas se quedarán vacías,
como si jamás nadie hubiera sostenido
sus asas con los dedos.
Mientras untas el pan suenan en falso
las pequeñas cucharas dando vueltas,
las risas contagiosas, las canciones
de ese grupo británico que triste
y a solas tarareas, inspirado
por su nombre de musa.
Repasas los mensajes
de tu mudo teléfono y te dices
que es pronto y es domingo, que los chicos
no habrán amanecido entre sus sábanas
extrañas y distantes.
Te hiciste la promesa al despedirles
de mantener el tipo hasta que vuelvan,
pero un padre es un hombre al fin y al cabo
que no puede cumplir siempre con todo
aquello que a sí mismo se promete.
Amalia Bautista: El puente
Si me dicen que estás al otro lado
de un puente,
por extraño que parezca
que estés al otro lado y que me esperes,
yo cruzaré ese puente.
Dime cuál es el puente que separa
tu vida de la mía,
en qué hora negra, en qué ciudad lluviosa…
y yo lo cruzaré.
Pedro Salinas: La forma de querer tú
La forma de querer tú
es dejarme que te quiera.
El sí con que te me rindes
es el silencio. Tus besos
son ofrecerme los labios
para que los bese yo.
Jamás palabras, abrazos,
me dirán que tú existías,
que me quisiste: jamás.
Me lo dicen hojas blancas,
mapas, augurios, teléfonos;
tú, no.
Y estoy abrazado a ti
sin preguntarte, de miedo
a que no sea verdad
que tú vives y me quieres.
Y estoy abrazado a ti
sin mirar y sin tocarte.
No vaya a ser que descubra
con preguntas, con caricias,
esa soledad inmensa
de quererte sólo yo.
José Agustín Goytisolo: Contemplar las palabras
Contemplar las palabras
sobre el papel escritas,
medirlas, sopesar
su cuerpo en el conjunto
del poema, y después,
igual que un artesano,
separarse a mirar
cómo la luz emerge
de la sutil textura.
Así es el viejo oficio
del poeta, que comienza
en la idea, en el soplo
sobre el polvo infinito
de la memoria, sobre
la experiencia vivida,
la historia, los deseos,
las pasiones del hombre.
La materia del canto
nos lo ha ofrecido el pueblo
con su voz. Devolvamos
las palabras reunidas
a su auténtico dueño.
Märta Tikkanen
Estaba sentada junto a mi madre
teniéndole la mano
cuando estalló su mirada celeste.
En ese instante yo le prometí
que yo nunca diría como ella:
No me permitieron.
Lo que diré
si tengo que hacerlo es:
No he hecho.
Jennifer Strauss: Eva
– Creo que lo llamaré jirafa –
Él habla: ella sonríe, está
siempre sonriendo, pero no
discrimina, sólo
observa el amplio jardín
con placer ilimitado.“
¡Jirafa!” dice él, con énfasis,
haciéndola mirar, luego suspira
“No es fácil, tener que encontrar
tantos nombres diferentes”.
Animada, ella le ofrece ayuda:
él no está convencido.
“Bueno, en realidad fue a mí a quien Dios mandó
dar nombre a las criaturas… aunque quizá
podrías intentarlo con algo pequeño…”
“Pero si tengo grandes ideas”.
Él la toma de la mano,
“Ya veremos… amor mío… mañana…”
Mañana ella está tumbada al sol,l
a hierba cosquilleándoles los pies,
¿Dónde está jirafa? pregunta él.
“No sé, aquí”, dice ella, “por ahí”.
¡Bobadas! Mira, allí-(blande su dedo) allí, allí,no hay jirafa”… Pero
aún tienes bastante.
“No se trata de eso, está perdida
si yo no la veo, perdida,
o en algún otro sitio”.
Y Adán parte, en su búsqueda.
Y aunque el cielo es aún azul,
las hojas de un verde intenso,
hay un espacio en blanco,
un hueco dentro de la creación
que se llama jirafa, que significa
lo otro, la ausencia, la falta de algo.
Eva se siente, por primera vez,
vacía… aludida
(sobre su cabeza en el árbol
pero madura y al alcance de la mano)la fruta brilla,
redonda, sustanciosa.
Jennifer Strauss: What women want
What women want:
Sin querer de manera alguna
dar nombres o poner en evidencia
a los pesos más pesados,
tengo noticias para Freud
y para Poncio Pilatos
incluso en broma
fueron demasiado abstractos.
Aquí tenéis algo
que las mujeres quieren
de manera específica, de verdad
yacer con un amante
toda una tarde
tan juntos que la piel
sólo conozca límites
a través del contacto
y que la mente abandone
todo tipo de alarde director,
hasta que susurrar
¿Qué estás pensando?
sea sólo un juego de palabrasr
asgando la luz
y tan inofensivas
como la ola más tranquila
sobre la arena bañada por la marea.
Es verdad
El tiempo y el deseo pueden detenerse
aunque también es cierto
que los relojes van más rápido
que el lento deslizar de la luz
por el suelo y por las paredes
y que a veces la lengua
no acaricia suavemente
sino que se dispara en palabras
para crear divisiones
más cortantes que cualquier espada
entre los cuerpos dormidos.
Quizá la separación sea esencial,
como el sueño o el sexo,
pero las mujeres quieren
algunas veces aún yacer
realmente unidos
toda una tarde
despiertos, sin deseo.
Rupi Kaur: Belleza
Que veas belleza aquí
no quiere decir
que haya belleza en mí
quiere decir que hay belleza arraigada
tan dentro de ti
que no puedes evitar
verla en todas partes.
Sylvia Plath: Canción de amor de la joven loca
Cierro los ojos y el mundo muere;
Levanto los párpados y nace todo nuevamente.
(Creo que te inventé en mi mente).
Las estrellas salen valseando en azul y rojo,
Sin sentir galopa la negrura:
Cierro los ojos y el mundo muere.
Soñé que me hechizabas en la cama
Cantabas el sonido de la luna, me besabas locamente.
(Creo que te inventé en mi mente).
Dios cae del cielo, las llamas del infierno se debilitan:
Escapan serafines y soldados de Satán:
Cierro los ojos y el mundo muere.
Imaginé que volverías como dijiste,
Pero crecí y olvidé tu nombre.
(Creo que te inventé en mi mente).
Debí haber amado al pájaro de trueno, no a ti;
Al menos cuando la primavera llega ruge nuevamente.
Cierro los ojos y el mundo muere.
(Creo que te inventé en mi mente).
Märta Tikkanen
Te quiero tan desmedidamente
dijiste
nadie ha podido amar nunca como yo
He construido una pirámide con mi amor
dijiste
te he colocado sobre un pedestal
muy por encima de las nubes
Ésta es la historia de amor del siglo
dijiste
existirá para siempre
será admirada durante toda la eternidad
dijiste
A mí me fue difícil dormir
las primeras setecientas treinta noches
después de haber comprendido
lo desmedidamente que tú amas
tu amor